116 ESTUDIOS Y RECHIRAS ARREDOL D'A LUENGA ARAGONESA organización social o la lengua, que se consideran objetivamente dadas. Para evitar el esencialismo inherente a este enfoque, las teorías constructivistas e instrumentalistas de la etnicidad se centran en la interpretación subjetiva de los rasgos objetivos, como el territorio, la religión, la cultura, la organización social y la lengua. El enfoque constructivista ve la identidad étnica como el resultado de un proceso social complejo en que las fronteras simbólicas se cons- truyen y reconstruyen continuamente por medio de mitologías o de relatos his- tóricos sobre un pasado o una lengua común. El enfoque instrumentalista de la etnicidad presta más atención a los procesos de movilización política y manipu- lación a través de los cuales se constituyen los grupos sociales. En lugar de ver estos dos enfoques como mutuamente excluyentes, se les puede percibir como complementarios. Mientras el primero se centra en la construcción socio-cultu- ral de la etnicidad, el segundo destaca los factores socio-políticos (y económicos). A pesar de. que estos enfoques de la etnicidad son útiles, deben comple- mentarse con el análisis de la emergencia del Estado-nación moderno y sus patrones específicos de integración social, con el fin de evaluar el potencial que tiene la diversidad lingüística para provocar conflictos étnicos. En particular, la historia del Estado-nación moderno se ha entretejido con el ideal del mono- lingüismo. El monolingüismo puede considerarse como un componente de las políticas de homogeneización cultural con que los Estados intentaban satisfa- cer las exigencias de la industrialización y la burocratización (Gellner, 1983). Por lo tanto, la promoción de una sola lengua se debía en parte a su función ins- trumental y de comunicación. Al mismo tiempo, no obstante, la construcción de los Estados-nación modernos ha puesto de relieve la función simbólica de la lengua, tanto en el modelo cívico como étnico del Estado-nación (Wright, 1997). Así, en España, el ideal de un estricto monolingüismo veía en el castellano un símbolo de identidad nacional. Esta dinámica del Estado-nación moderno y el ideal del monolingüismo han generado una discriminación contra los grupos lingüísticos no dominantes. Nor- malmente, los gobiernos nacionales han respondido a la presencia de minorías lingüísticas en su territorio con políticas lingüísticas destinadas a extinguirlas, ya se trate de lenguas regionales o de grupas de inmigrantes o poblaciones indí- genas. Los instrumentos más importantes de estas políticas son, por Io tanto, la planificación del status y del corpus. La primera pretende la creación legal de una lengua oficial en los sectores de los medios de comunicación, la educación y la comunicación política; la segunda pretende modernizar y estandarizar el uso de la lengua oficial, codificando sus rasgos fonéticos, semánticos y gramaticales. El argumento fundamental para evitar la profusión de políticas lingüísticas viene dado por la opinión de teóricos desde la consideración de la naturaleza de lengua que niegan que una política lingüística tenga algún sentido razonable, ya que toda política sobre una lengua constituye un abuso intolerable, un intento a un tiempo injustificable e inútil de imponer normas al que no las acepta y de transformar en arma hostil lo que es un medio para el entendimiento. 1. Identidad y cultura Las culturas tradicionales y sus portadores se encuentran ante una pro- blemática compleja. James Petras afirma: [... ] existe una contradicción fundamental entre el discurso de la modernidad y el afán de establecer una auténtica identidad cultural [...j la modernidad significa movili- dad, individualismo, secularismo, poder de adquisición, acumulación, adaptación.