362 CRÓNICA CONSIDERACIONES FINALES No es el objeto de una crónica parlamentaria el hacer una valoración crítica de la labor desarrollada por los diversos Grupos Parlamentarios, ni, menos aún, de las opciones concretas mantenidas por cada uno de ellos. Por contra, sí creo necesario realizar una breve reflexión global sobre la imagen que de la Cámara como conjunto se desprende de lo señalado en páginas anteriores. Es posible que para muchos de sus lectores, la relación de la actividad desarrollada en el Parlamento aragonés en estos seis meses haya constituido una sorpresa. Afirmo esto porque, en mi opinión, de la crónica realizada se desprende que todos los temas de relevancia han sido tratados incluso con profundidad y sin grandes distancias cronológicas; que, incluso, muchos pe- queños temas que preocupan a sectores más o menos minoritarios también han tenido cabida en el foro parlamentario; que ningún tema ha sido ajeno a la atención del parlamentario aragonés. Es ésta una constatación agrada- ble, sobre todo porque la función primaria de un Parlamento autonómico no es otra que la de permitir una discusión plural de todos aquellos asuntos que afectan a una Comunidad Autónoma, asuntos que, en caso de no exis- tir estos órganos, se perderían en los pasillos de la burocracia estatal. Poli- tizar lo administrativo cuando así lo requiera el interés social, facilitando la participación y la libertad mediante un control más efectivo. Ahora bien, la misma sorpresa que pueda producir la fecunda activi- dad parlamentaria es un grave síntoma. Indica, al menos, incapacidad de transmisión. Responsables de ello son, sin duda, los partidos políticos que son su peculiar estructura no alcanzan a transmitir la actividad política a aquel que no sea, en sentido estricto, político. Muchos ciudadanos, de esta forma, desconocen que aquello que les preocupa sí ha sido debatido en el órgano que les representa. Si lo supiesen, al menos podrían conocer las posturas de todos los Grupos Parlamentarios al respecto. Tampoco sería ne- gativo reflexionar sobre la posible responsabilidad que en este punto pueda imputarse a los medios de comunicación social, agentes de mediación entre el político y el ciudadano. La primacía de la formación de opinión sobre la transmisión de información puede ser una de las causas de este déficit. Fi- nalmente, también la institución parlamentaria debería reflexionar sobre este extremo. Y debería hacerlo desde una doble consideración: los Diputados, los Grupos Parlamentarios, sobre el cómo se realiza la actividad parlamen- taria; la Cámara, institucionalmente, sobre cómo facilitar a la sociedad la recepción de la información sobre lo que en ella acontece. JOSé TUDELA ARANDA