CREACIÓN Y DESARROLLO DE LA CORONA DE ARAGÓN 69 EL TESTAMENTO DE ALFONSO I EL BATALLADOR. De ahí que a Alfonso I el Batallador le preocupase el problema sucesorio y dictase su primer testamento en el asedio de Bayona, en octubre de 1131ss El testamento aludido es mu y conocido entre los investigadores y tuvo una transcendencia inusual, con influencia durante varios siglos: con este motivo se separaron para siempre las tierras de Navarra y Aragón. El rey señala que, deseando ordenar para después de su muerte el destino «de mi reino, a mí por Dios concedido», reparte varias tenencias importantes: Estella (para la catedral de Pamplona y el monasterio de Leire), Nájera y Tobía (para Santa María de Nájera y el monasterio de San Millán de la Cogolla), Belorado (para San Salvador de Oña), San Esteban de Gormaz y Almazán (para San Salvador de Oviedo); Calahorra, Cervera del Río Alhama y Tudején (para la catedral de Santiago de Compostela), Sangüesa (para Santo Domingo de Silos); y la dote de su madre la reina Felicia, formada por Biel, Bailo, Astorito, Ardanés y Sos (se partiría a medias entre los monasterios de San Juan de la Peña y San Pedro de Siresa). «Para después de mi muerte, dejo heredero y sucesor al Sepulcro del Señor, que está en Jerusalén, y a aquellos que cuidan y custodian y sirven a Dios; y al Hospital de los Pobres, que está en Jerusalén; y al Templo de Salomón, con los caballeros que cuidan de defender el nombre de la cristiandad. A estos tres concedo todo mi reino. Así el dominio que tengo en la tierra de mi reino, el prin- cipado y el derecho que tengo en todos los hombres de mi tierra, tanto en clérigos como en laicos, obispos, abades, canónigos, monjes, optimates, caballeros, burgueses, rústicos, mercaderes, varones, mujeres, pequeños y grandes, ricos y pobres, judíos y sarracenos, con tal ley y costumbre como mi padre y mi hermano y yo hasta ahora tuvimos o debemos haber». 35 Ha sido publicado varias °. verlo en Santos A. GARCÍA LARRA- GUETA, El gran priorado de Navarra de la orden de San Juan de Jerusalén. Siglos XII-XIII, 2 (Pamplona 1957), p. 15-18, n°. 10. Los manuscritos utilizados ofrecen bastantes lecturas incorrectas con respecto a la toponimia de la lista de tenentes. Adelante identifico los personajes, señalando entre paréntesis algunas lecturas que me parecen dudosas.