16 tantes para la vida institucional del reino.' Los cronistas, a partir de Zurita, y prá cticamente hasta la víspera de nuestro tiempo, calificaron como Cortes las de Borja de 1134 que congregaron a la nobleza, caballeros y representantes del tercer estado (cuarto brazo de Aragón), al objeto de decidir sobre la sucesión de Alfonso el Batallador; o las de Huesca de 1162 que sirvieron para informar a los súb- ditos de la Corona de las disposiciones del príncipe de Aragón (y conde de Barcelona) Ramón Berenguer IV; o también las celebradas en Daroca en 1196 para recibir del monarca Pedro II el juramento de observancia de los Fueros y privilegios del reino y de los aragoneses. Asimismo, la asamblea o corte de Monzón de 1217, había contado ya con la presencia de ciuda- danos y burgueses en una junta solemne y plena que precede- ría a la reunión general del rey y del reino con una mayor par- ticipación social y estamental.' Sin embargo, y sin repasar aquí detalladamente las asam- bleas convocadas y celebradas entre la monarquía y los súbdi- tos en los años primeros del siglo XIII, es a partir del reinado de Jaime I (1213-1276), y debido a que la culminación de la reconquista peninsular volcó los esfuerzos de los aragoneses en los problemas internos, cuando se fueron sentando las bases de lo que iban a constituir las magnas asambleas poste- Sobre esta cuestión, puede consultarse el capítulo, "Las Cortes de Aragón y el Privilegio General" del libro de E. Sarasa titulado, El Privilegio General de Aragón. La defensa de las libertades aragonesas en la Edad Media, Cortes de Aragón, Zaragoza, 1984. Con los criterios de los cronistas de Aragón se confeccionó la relación de las Cortes aragonesas de la Colección de Cortes de los Antiguos Reinos de Espa- ña, por la Real Academia de la Historia, Madrid, 1855.