ñán enlavIra `enann4 ►oalbf ttTcliil`ií `reo c nfaba "1:9 ~f 4 lar confi n .w 4l -1~ t11b O.t -4j enntnn no fiw*rcn la hnc* ) p nfl apot nu5 guofero n •1 ?n nol'~+ CC1itt`o tfponi-rr o401no ro: ti QV02 ft4vnr i Alfa cnna .t'•at < 1$. t44nntTt 4nifiv Escudo con la cruz de San Jorge que presidia la tumba del rey Ramiro II en el monasterio de San Pedro el Viejo de Huesca. S. XIX. la primacía sobre la del marido. Por eso, como si se tratase de una casa privada, Ramón la recibió sólo en usufructo. No obstante entrar como marido, la potestad de «Señor Mayor» («mayor» es quien «es más») la guardaba quien hasta entonces la tenía, Ramiro, así como la nuda propiedad y los derechos de última instancia. Guardó, por eso, también, la Casa de Ramiro sus atributos, nombre, etc., y no fueron por eso los de la barcelonesa. Desde el punto de vista del Derecho aragonés es un asunto perfectamen te claro, pero, naturalmente, hay que conocer ese Derecho para entender todo lo demás. Ramón Berenguer, pues, al aceptar estas condiciones y sólo por aceptarlas, lo que sucedió el once de agosto de 1137, pasaba a ser un miembro más de la Casa de Aragón y de su linaje, a todos los efectos. Por eso los textos proclaman que Ramiro II de Aragón sería, sin restricción ninguna «rey, señor y padre en el citado reino y en todos tus condados.» La conclusión es ineludible, además de evidente: el escudo palado, fuera invención de quien fuera, ni fue ni pudo ser otra cosa que las armas de la Casa de Aragón, y no de la Casa de Barcelona, que jurídicamente se extingue y agota en Ramón Berengue r IV desde la fecha citada; aunque, por razones de variada índole, se sigue hablando de la Casa de Barcelona, por comodidad, rutina, interés localista o inercia en asignar primacía en cualquier caso a la línea del varón, así sea en contra de lo que expresamente consta en los documentos fehacientes sobre este preciso punto. Desde aquellos esponsales no hay más Casa ni linaje soberano que el de Aragón. Ése es el nombre único que expresa la única realidad existente: genealógica, dinástica, política, jurídica o heráldica, pues todos los títulos de dominio, pater nidad y reino son de Ramiro II de Aragón, que los conservará según su voluntad y la de su yerno, coincidente, sin cederlos a título pleno si no es a un futuro nie to varón, vástago y heredero de su estirpe y Casa. Sería tedioso enumerar aquí cómo, según costumbre de la época, las gentes del soberano común, en la paz y en la guerra, clamaron desde entonces, característicamente, lo mismo Aragón, Aragón que Aragó, Aragó, y más particularmente en las acciones de armas. Tal era el nombre y el «apellido» (en el sentido antiguo y moderno) Miniatura del Vida/ Mayor (Lib. II, cap. 9). que muestra en el registro de la izquierda a un caballero vestido con cota de mall a, casco, y sobrecota con el señal real al igual que las gualdrapas del equino: este jinete se aproxima al campamento del rey en el que se ve una tienda de campaña blanca en la que hay dos escudos pendientes con el señal real y una bandera sobre un mástil con los palos. Copia realizada a principios del s. XIV. The Paul Getty Museum, Malibu (California, EE. UU.).