244 Eby Fernández Clemente y Carlos Forcadell Álvarez tuco. Se habla de la necesidad de llevar a cabo campañas de propaganda para informar e interesar a la opinión pública. Los presidentes de las Diputaciones de Huesca y Teruel reiteran sus conocidos recelos y la defensa de la administración provincial, con lo que uno de los últimos en tomar la palabra, el socialista Algora, puede afirmar que «después de lo manifestado por las representaciones de Huesca y de Teruel puede decirse que el Es- tatuto ha terminado, y en tanto se hace la necesaria propaganda para la formación del ambiente regionalista precisa concretar lo que ha de hacerse en relación con el de Cataluña», por lo que estima debe solicitarse del Gobierno que, al ser aprobado el Estatuto catalán, se concediese a las demás regiones sin previa solicitación lo que a aquella fuese otorgado. La asamblea acaba con un acuerdo muy vago acerca de la im- presión y reparto del texto del anteproyecto, que no llegó a rea- lizarse, y sobre la constitución de ponencias provinciales para seguir estudiando el tema, que tampoco llegaron a formarse. El ' proyecto tampoco es viable por este camino. Así lo reconoce la propia Diputación al aprobar un escrito de su presidente el 9 de julio de 1932. Es un texto cuidadamente construido, en el que se hace la historia, y la justificación, de la iniciativa de la Dipu- tación de Zaragoza, que «cumple el deber de dar cuenta ante la opinión del pueblo, a la cual se debe, de su actitud a lo largo del proceso de esta vitalísima cuestión». Comienza remontándose a un análisis acertado de las expec- tativas abiertas por la proclamación de la República: «Inmedia- tamente de instaurada la República surge en España —como consecuencia quizá de la posición francamente autonomista adoptada desde el primer momento por Cataluña, con el natural influjo en las demás regiones que entendieron ser de necesidad el adoptar análoga posición, siquiera en plan defensivo —un movimiento descentralizador que revela, por lo menos, un ma- nifiesto anhelo de liberación del intervencionismo burocrático y absorvente centralista». Casi todas las regiones se aprestaban a organizarse políticamente «en una gama de matices comprensiva desde una limitada descentralización administrativa aun inte- gralismo con matices nacionalistas». Y continúa el escrito, apro- bado por la Diputación, haciendo la historia de estos primeros momentos en Aragón y en Zaragoza. La citada carta de Gimeno