82 HISTORIA DE ARAGÓN fales, Torres de Arcas, Torrecremada, Torrevelilla, Valdealgorfa, Valdetormo, Val- junquera y La Zoma. DESAPARICION DE LAS ORDENES MILITARES Fernando el Católico intervino en las Ordenes militares, consi- guiendo paulatinamente ser administrador de sus bienes, evitando el nombramiento de maestres. Y años más tarde, Carlos I —posi- blemente a cambio de la concesión de la isla de Malta para sede de los Hospitalarios— logró que los maestrazgos de las Ordenes mili- tares fuesen agregados perpetuamente a la Corona de Castilla, gra- cias a una bula del papa Adriano IV otorgada en mayo de 1523. A partir de este momento sigue existiendo la organización de las Ordenes militares y así aparecerá en la División en provincias de 1783, de Foridablanca. Las Ordenes militares habían dejado de tener motivos de exis- tencia, ya desde hacía siglos. Su concepto supranacional era correcto para la Edad Media, pero difícilmente se podía mantener en una época cuando surgen las distintas «nacionalidades» europeas. Las ordenes españolas (Calatrava y Santiago), no planteaban problemas. Por eso —siguiendo un movimiento paralelo—, el día 17 de abril de 1802 el rey Fernando VII se nombraba Gran Maestre de la or- den del Hospital en España, siendo reconocido por el capítulo ge- neral reunido en Zaragoza en el siguiente mes de mayo. El golpe mayor quizá lo recibió con la famosa ley de Mendizábal (11 de oc- tubre de 1851). Pero fue con motivo del concordato de 17 de octu- bre de 1851, firmado entre Isabel II y la Santa Sede, cuando se con- sideraron extinguidos los derechos que pudieran tener los Hospita- larios en España.