2 humano. traduzca del mismo modo a miles de kilómetros de distancia ideas semejantes a traves de parecidas técnicas con fechas clave tales como el 22,000, el 12,0000 o el 6,000 todas antes del presente. De suerte que puede añadirse al acervo de aportaciones del arte rupestre el de afirmación de comunidad cultural de todo el género humano. Y hasta es posible que tal afección social sé traduzca en valoraciones económicas que han podido ser causa de "robos" de pinturas como las de Benirrama. en Valencia, aunque normalmente los datos resulten más de ignorancia y vandalismo, que .spueden remediarse con educación y con defensa mediante aislamiento y vigilancia. Los problemas son numerosos y graves y no se resuelven sólo con declaraciones teóricas, aunque sea imprescindible el asenso social para cualquier política de protección que deba emprenderse. Por una parte la degradación producida por el transcurso del tiempo hace que manejemos, a veces,- pigmentos conservados tras decenas de miles de años de su realización, cuando las pinturas modernas expuestas al aire libre .apenas resisten unas decenas de años la acción combinada de los agentes naturales y de la acción antrópica. De aquí que las numerosas publicaciones y reuniones científicas y técnicas sobre conservación de este patrimonio apenas hayan logrado esbozar soluciones teóricas'. y que reuniones como la patrocinada por la fundación Getty en La Valltorta (Castellón de la Plana) no hayan hecho sino subrayar las dificultades y enfrentar las ideas de arqueólogos y restauradores artísticos. Quizá en esta antítesis aparente resida lo esencial de la cuestión. Es básico que la Sociedad y los organismos de todo tipo que la representan acepten que la aludida expresión gráfica de las ideas debe ser conservada como documento histórico. Pero partiendo de este reconocimiento es preciso advertir que los sistemas habituales de conservación de obras de arte no son los deseables para las pinturas prehistóricas. Es discutible que. el apartamiento de las realizaciones humanas del lugar donde cuplieron su papel histórico y del ambiente para el que fueron creadas no signifique una desnaturalización de su contenido. Las pinturas del barranco de Calapatá arrancadas y trasladadas a las vitrinas del Museo de Barcelona, la figura de la Cova del Civil. en el museo de Cervera, los grabados canarios en diversos centros y otros ejemplos más muestran no sólo la definición un tanto cínica de que "un museo es un mal menor", sino que si bien un lienzo religioso fuera del altar donde fue objeto de rezos de los devotos y colgado juntoi a otros en la pared de una instalación museográfica puede cobrar significación por sí mismo, pero loi a perderan la mayor parte de las pinturas y grabados que no tienen Antonio BELTRAN "Arte rupestre prehistórico y espacios naturales: problemas de conservación" Quaderni della Seuola Italiana di Madrid, 4, junio 1986, p. 50-62 y bibliografía en la última página citad a