[85 ] y facilidad con la que se ataca la política del Departamento, puede ser también el pretexto que encubra una incompetencia de la derecha que está en la oposición. No estoy dispuesto a asumir el rol de chivo expiatorio. Tampoco a alejarme de un terreno en el que me he metido a sabiendas de lo que me esperaba. En este análisis del estado de la cuestión, no puede faltar un detalle significativo: algunos intelectuales, que anteriormente se manifestaron a favor de nuestra línea polític a y que, incluso, en privado quizás estarían dispuestos a aprobarla sin remilgos, aparecen ahora distanciados y recelosos cuando hablan en público. En este mismo sentido hay que advenir que las posiciones de la izquierda y la derecha aparecen todavía distanciadas en este punto pero no con la nitidez de hace unos meses. Se puede constatar ya un cieno avance por lo que respecta a la conciencia lingüística en la Franja Oriental. Hace poco más de dos o tres años era imprevisible la reivindicación de la propia lengua y el reconocimiento explícito de que es catalán o una variante dialectal de esa lengua. Es preciso aludir al menos a las ingerencias de algunos grupos catalanistas en lo que ellos llaman la Franja de Ponent, denominación que hemos rechazado en todo momento. También manifestar nuestro desacuerdo con algunos aspectos desafortu- nados, a nuestro juicio y siempre con el mayor respeto, de la normalización lingüística que se está llevando a cabo en Cataluña y que ha ocasionado a veces un rechazo injustificado y visceral en algunos aragoneses residentes en esa comunidad autónoma y que por las razones que sean encuentran especiales dificultades para integrarse en su medio cultural. En cuanto a las directrices a seguir en adelante: Evitar el reduccionismo No es sólo un problema escolar, sino cultural: el problema cultura l más importante de esas comarcas orientales. Tampoco es sólo un problema de la lengua, sino de la libertad de expresión y de respeto a quienes se expresan libremente en esa lengua. Por último, los rasgos de irracionalidad y de fanatismo que se manifiestan en la polémica son preocupantes. Dañan profundamente la convivencia entre los aragoneses, impiden la integración cultural de Aragón e imposibilitan unas relaciones normales con Cataluña. Sin olvidar que aquellos que se sienten rechazados por razón de su lengua pueden llegar a interiorizar ese rechazo y caer en una crisis de identidad. Llevar un discurso elemental El fundamento jurídico de ese discurso es muy claro: el Art. 3 de la Constitución, los Arts. 7 y 35, 23 del Estatuto de Autonomía y las competencias que hemos asumido en materia de cultura. La línea del discurso es muy sencilla: Haciendo uso de su derecho, nos han pedido que se introduzca la enseñanza del catalán como asignatura optativa en algunos centros escolares. Como no tenemos aún competencias en educación, hemos acudido al