[43 ] en común y paritariamente los dos lenguas minoritarias. Pero lo más novedoso es el enfoque. En la ponencia se insiste desde el principio en la libertad, porque «cultura es libertad; es decir, sólo es posible desde la libertad y para el desarrollo de los pueblos y de los hombres en libertad». En consecuencia se renuncia a todo dirigismo, porque «la alternativa socialista a una cultura dominante no podrá ser nunca otra cultura militante o partidista, producida o gestionada por el poder». En esa misma introducción de la ponencia se valora el pluralismo cultural como un hecho positivo y enriquecedor, y se aboga por una política que «estimule la creatividad de las personas, subvenga las iniciativas populares, potencie la asimilación crítica del patrimonio cultural por las nuevas generaciones y abra nuevos canales de comunicación entre las diferentes culturas». De acuerdo con esa filosofía se establecen unas prioridades, y la primera de ellas es la «defensa y ampliación progresiva de la libertad de expresión». En ese marco y con esa perspectiva se pasa a tratar el problema de las lenguas minoritarias y dominadas por el castellano en Aragón. Lo que se pretende en primer lugar ya no es una operación de rescate de un valioso patrimonio cultural que está en trance de desaparición. Lo que se quiere, sobre todo, es «favorecer y garantizar el uso congruente de las tres lenguas como cauce de libertad de expresión de los aragoneses, vehículo imprescindible de su cultura y base de la convivencia democrática». Ya no son las lenguas las que están en primer plano como objeto de atención y de cuidado, sino los hablantes como sujetos que tienen derecho a expresarse libremente en su propia lengua. Cuando se insiste en la normalización se dice que hay que hacerla para «asegurar la supervivencia» de las lenguas. Pero el interés dominante no es la conservación de las lenguas sino la protección del derecho de quienes las hablan. Por eso la «normalización» se entiende principalmente en sentido socio-lingüístico; es decir, no se trata sólo ni principalmente de reducir las variedades de cada lengua a una norma gramatical, sino de alcanzar una situación en la que sea perfectamente normal el uso de la propia lengua. Tan normal como pueda ser el uso de la lengua castellana, porque si ésta es oficial en todo el Estado las otras no deben serlo menos en su respectivo territorio. La ponencia del VI Congreso del PSA (PSOE), que como puede compro-