16 A LA MEMORIA DE MANUEL GIMÉNEZ ABAD Queridos compañeros. Queridos amigos, que desde todos los extremos de España habéis venido a acompañar a nuestro amigo Manolo en este día. No es fácil para mí hablar hoy aquí. Es muy difícil para mí no dar rienda suelta a los sentimientos, a las emociones; es difícil sujetar las lágrimas; es difícil frenar la rabia: esa rabia contenida que nos atena- za a todos nosotros hoy aquí. Pero eso es precisamente lo que desearían los asesinos de Manolo. No lo podemos permitir, no lo vamos a permitir. Además, no le gustaría a Manolo. Hoy, esta mañana, en una emisora de radio, leían una cariñosa carta hacia nuestro compañero Manolo. Y decían algo que yo, perso- nalmente, no comparto. Refiriéndose al drama vasco decían: «Le que- daba lejos el conflicto». No estoy de acuerdo; no es cierto. A Manolo le quedaba el conflicto vasco muy cerca: lo llevaba en el corazón, como lo llevamos todos los aragoneses, como lo llevamos todos los españoles. Yo, queridas amigas y amigos, me resisto a pensar siquiera que Manolo ha muerto por nada; me niego a admitir que su muerte ha sido estéril. Manolo ha dado la vida, como tantos otros, como tantos otros, por la libertad. Ayer nos arrancaron un jirón de libertad: la libertad de participar libremente, con la palabra, con la palabra como única arma, en la construcción de un futuro mejor para nuestros hijos. Manolo ha dado su vida en libertad, para que otros recobren la suya, para que otros recobren su libertad. Ese es su gran ejemplo; ése, además de muchos otros: el de su amor por Aragón y por España, el de su entrega por unos ideales, el de su forma de hacer política siempre dialogante y elegante, y también, cómo no, el de su calidad humana. Ese patrimonio que nos ha dejado Manuel Giménez Abad, queri- das compañeras y compañeros, hemos de mantenerlo. Y no sólo man- tenerlo: hemos de acrecentarlo. No vamos a reblar, no vamos a dar ni un paso atrás, ni siquiera para coger carrerilla. El Estado de derecho prevalecerá sobre los ase- sinos; no tengáis ninguna duda: no tengan ninguna duda la sociedad aragonesa y la sociedad española. Manuel Giménez Abad va a ser un símbolo, no sólo para mi gru- po parlamentario, para mi partido: va a ser un símbolo para todos nosotros; no me cabe ninguna duda.