194 HISTORIA DE ARAGÓN Narbona o después le debía corresponder, con tal pacto que estas cosas sobredichas que a él dejó el sobredicho Pedro las tenga y haya por Ramón, su hermano mayor, y seguidamente le haga homenaje y fidelidad y le sirva. Y mandó que todo lo que dejó a su hijo Pedro lo tenga Ramón, su hijo, hasta que Pedro su hermano sea caballero. Y dejó a la reina su mujer Besalú y Ribas, mientras viviese. Y mandó que si su hijo Ramón muriese sin infante de legítimo matrimonio, todo lo que le dejó vaya a Pedro, su hijo; y todas las cosas que dejó a Pedro, vayan a Sancho, su hijo menor; y haga las conveniencias y fidelidades y homenaje Sancho a Pedro como Pedro debía hacer a su hermano Ramón. Y si el ya citado Pedro muriese antes que Ramón, sin infante de legítimo matrimonio, todo su honor vuelva a Sancho, su hermano; y haga el predicho homenaje y fidelidad y servicio a su hermano Ramón. Y si Ramón y Pedro muriesen sin hijo de legítimo matrimonio, todo lo sobredicho de ellos revertiría a Sancho. También dividió toda la capilla de la iglesia de San Rufo, que está jun to a Lérida, y mandó que todas las deudas suyas se pagasen de las rentas y salidas de su honor. Dejó todo su honor e hijo en bailía, protección y defensa de don Enrique, rey de Inglaterra. Todo esto el ya citado conde ordenó a los suyos solamente de palabras, el día 4 de agosto de 1162, año veintiséis del reinado de Luis el Joven; y después de su muerte así mandó que se cumpliese. Depués empeorando en su enfermedad débilmente de este siglo marchó a Dios el día 7 de agosto, no habiendo cambiado su voluntad que nosotros supiésemos». «Por esto esta última voluntad del testador nosotros ya citados testigos, como vimos y oímos y por él rogados fuimos, a los seis meses, junto a la presencia de los sobredichos, legalmente jurando con derecho, con nuestras propias manos lo corroboramos, con extensa preparación, junto a Huesca, el 11 de octubre del mismo año . [Siguen las confirmaciones de los obispos y clérigos ] . Además nosotros los sobredichos testigos G. Raimundo y A. de Castellvell y G. capellán juramos y testificamos que el sobredicho venerable conde, mientras todavía estuviese en su plena memoria, dejó a su hijo Petro todo el feudo que doña Ermengaudis, vizcon-