64 Guillermo Fatás Cabeza - Guillermo Redondo Veintemillas de moro en las monedas con Juana y Carlos. Ocurre igual con Felipe III, con Felipe IV y con Carlos II. Pues bien: siempre que aparecen las cabezas de moro lo hacen en el reverso, como tipo secundario, estando en la cara principal de la moneda el escudo palado que, evidentemente, era el más característico. Igual norma creemos que se sigue con la encina de Sobrarbe, puesto que Felipe III (II en Aragón), que es quien la emplea por vez primera, asimismo la sitúa en el reverso, al otro lado de los bastones de Aragón. La única excepción que conocemos es, por tardía y po- co significativa, excepción que confirma la regla: Felipe V de Borbón (IV de los de Aragón) cumple este hábito ex- cepto cuando decide sustituir las «barras» por su propia efi- gie, dejando el reverso inalterado. Tan vinculado estaba el emblema al rey de Aragón que cuando el fallido Pedro V (el portugués que quiso sustituir a Juan II) se proclamó rey de Aragón y acuñó con este título moneda (entre 1464 y 1466) empleó, naturalemente, las cuatro barras, lo mismo que Renato de Anjou, que le sucedió en el empeño obrando de igual modo.