52 Guillermo Fatás Cabeza - Guillermo Redondo Veintemillas batalla sobresenyals a senyal de Sent Jordi. E axi manam vos e us pregam que fa1ats fer per a vos matex e semblantment jets fer a cascu deis vostres los dits sobresenyals que sien blanchs de toto ab la creu vermella e be ampla axi de la par' davant com de la part detras de guisa quels dits sobresenyals semblen e sien conformes al senyal del baro Sent Jordi. Dada en Calataiud sots nostre segell secret a. VI. dies de febrer. En 1'any de la nativitat de nostre Senyor. m. ccc. 1. ir Vidit Jacobus. Dominus Rex mandavit mihi Jacobus Conesa. Similis littera fui' mista Comit. Ausone. Esto no es «el senyal real». Es una bandera para cuando las compañías de caballería entren en combate. Y se orde- na su uso porque el rey es, personalmente, muy devoto de San Jorge, tal y como él mismo expresa en su carta. La cosa está bien clara, y se hace cuesta arriba creer que tan de- tallada descripción hubiera sido precisa si la supuesta ban- dera del Reino hubiera sido ésta; y, ni mucho menos aún, que fuera necesaria semejante orden a quienes, como caballería real, hubiesen llevado ese estandarte, en Las Na- vas y en todas partes. Parece que no era así. Por el contrario. Esta devoción, que seguramente viene de Oriente y entra por el Pirineo, como se ha dicho, arraigó tan fuertemente en Cataluña que transformó la barcelonesa cruz inicial en cruz roja sobre plata. Y, como expresó ya hace más de medio siglo Sagarra, esta cruz de San Jorge es más propiamente emblema catalán que arago- nés en sus inicios, porque «aquest senyal el veiem en la representació de la nacionalizar catalana, lo és, en les Corts i Parlaments i en la Diputació del General, que venia a és- ser la delegació d'aquestes Corts i Parlamenta». Todas las tradiciones georginas son bélicas y arraigaron fuertemente en los ámbitos peninsulares de la monarquía