36 Guillermo Fatás Cabeza - Guillermo Redondo Veintemillas ráldicas y vexilológicas que, en apariencia, no se han tenido presentes hasta ahora. En tales pinturas es fácil localizar a un soberano aragonés, así como varias enseñas, entre las que destaca una —la primera tras el monarca— con ban- das (esto es, fajas) horizontales, seguida de otra en que se advierten tan sólo dos palos verticales''. Igual posición tumbada presentan las fajas de las gran- des banderas que ondean al viento sobre el castillo alcañizano ". Puede verse que ostentan tres y cuatro fajas, lo que no ha de asombrar, puesto que en los lemniscos o cintas de que pendían los sellos de la cancillería regia en los documentos, se exhiben tan sólo dos, representando, según vimos que decía el minucioso y reglamentario Pe- dro I, «casi» las armas reales. (Un problema plantea el peón que precede al rey, y que porta una enseña con dos palos. Ello puede obedecer, o bien a un fiel trasunto de la reali- dad, o bien a una mera convención pictórica por falta del espacio suficiente). Lo que no admite vacilación, en las banderas propiamente dichas —ni en los estandartes o guiones de cieno tamaño— es la evidente disposición hori- zontal de las «bastas». Lo mismo se ve en las preciosas pinturas del Palacio de Apilar, en la calle Montcada de Barcelona, estudiadas por Ainaud. Representan la conquista de Mallorca y son de fi- nales del siglo XIII; contemporáneas, por lo tanto, de una generación que estuvo bien cerca del suceso. Aquí se apre- cia claramente el convencionalismo pictórico, puesto que sobre el pabellón real figura una banderita con dos fajas rojas, mientras que sobre una torre «el señal» de Jaime I exhibe nada menos que siete fajas. También es de interés una tabla que se guarda en Da- roca, y de la que los historiadores del Arte discuten la fecha: siglo XIV para unos (Torralba), siglo XV para otros (Esteban), representa la batalla vinculada al milagro de los Corporales. En ella, otra bandera aragonesa (la que se ve en lo alto, en primer plano) muestra horizontalmente dis- puestas las barras de Aragón. Idénticos ejemplares se obser-