1 La Bandera de Aragón 23, bastará para introducir muy sólidos reparos a la be lla conjetura. El caso de Lanuza (mucho más tardío), es algo más complejo. Porque si, para 1212, sí que sabemos a ciencia cierta qué emblemas emplean los reyes de Aragón para distinguirse en sus monedas y en sus sellos, para 1591 la si- tuación del Reino es muy otra, y más compleja, siendo asi- mismo mucho más complicado el mundo del Blasón. Adelantemos que —como se probará en párrafos de otra parte de este escrito— tradicionalmente se usó de la cruz roja como emblema específico de la caballería del Reino, y no de su monarquía. Y vayamos al asunto. Es normal hallar en la literatura histórica referencias a la enseña que portaba el joven Juan V de Lanuza, Justicia de Aragón, cuando en 1591 salió de Zaragoza encabezando la desdichada expedición con la que trató de hacer frente a las tropas castellanas (y, por lo tanto, extranjeras entonces al Reino) que enviaba Felipe II (I en Aragón) capitaneadas por don Alonso de Vargas. Venían a poner término forzo- so, y como fuera, a los desórdenes habidos a propósito del triste asunto de Antonio Pérez. Se dice, atendiendo a algu- nas crónicas, que Lanuza empuñó en tal día la cruz de San Jorge, lo que resulta suficiente para algunos en orden a considerarla representativa del Reino, en cuanto que se opondría (y con las armas en la mano) a la del rey. (Ya ve- remos qué dicen al respecto los textos de confianza, que es bien poco. Y, estrictamente sobre la cruz, nada). uirq l r?O El tema es polémico. Encierra interés, tanto erudito cuanto sentimental. Para aclararlo debe recordarse que el Justicia de Aragón, por fuero, era necesariamente un ca- ballero. Es decir: no simplemente un noble por la cuna, sino perteneciente al «brazo» de caballeros e hijosdalgo, uno de los cuatro que, como se sabe, acabaron compo- niendo las Cortes del Reino, únicas en España que termina- ron por constar de cuatro representaciones estamentales (y no de tres), por hallarse precisamente la nobleza dividida